El secreto de la consistencia de las natillas y cómo hacer que queden en su punto exacto

La otra mañana estaba recogiendo mi delantal rosa en la lavandería. Apuesto a que has desayunado. ¿Qué tal tu día?

El asunto de este encuentro será preparar unas ricas natillas caseras.

Primero tomamos un bol y luego vertemos agua, para próximamente... No, no hablaremos sobre esto.

El tema de hoy tratará de cómo cocinar una buena trama.

Solemos prestar más importancia al conjunto de los eventos de la historia en general; pero las pequeñas tramas, esas que suelen desarrollarse en promedio de tres a cuatro episodios, merecen mucha más atención.

Por más que quieras contarme la forma épica en que un lemur tira los cielos abajo, no sorprenderá a nadie si lo que sucede en el medio no es igual de impactante.

Ya sea un romance imposible, la superación del pasado, la resistencia a afrontar el cambio; dedicarle esfuerzo a su desarrollo es crucial. Las grandes obras del mundo no serían nada si sacas las subtramas que entrelazan del conjunto.

Bajo esta perspectiva, definir el desarrollo a corto plazo es más importante que a largo.

Incluso si debes durante dos episodios hacer que un chico huya de un demonio, esta escena carga el peso de toda la novela. Porque este es el ahora para el lector, no lo que sucederá al concluir el libro.

Claro que el final también es importante, pero la lección es «no escribas el primer episodio pensando en el cincuenta, escríbelo pensando en el primer episodio».

Hasta aquí el encuentro, espero que le hayas sacado provecho. Ahora que has escuchado mi secreto para las natillas, espero que no se te vuelva a quemar la cocina. Buena suerte, y ten siempre un extintor cerca.

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