Hani tejedora (Relato inconcluso)
La pequeña Hani solo conocía el ático de la cabaña. Su cielo era las vigas mohosas del techo y su horizonte, las paredes. Lo poco que sabía del mundo exterior lo descubrió a través de la buhardilla. La única actividad que realizaba era urdir una bufanda de lana. La llevaba tejiendo desde que tenía memoria. El otro extremo ya se había colado entre las tablas del suelo y quién sabe por qué rincón del planeta andaría. Le gustaba imaginar que recorría el mundo a través de la bufanda, que algún día la otra punta volvería a entrar por la buhardilla y le contaría cómo era allá afuera. Desconocía por qué tejía. Su madre un día le entregó las agujas y desde entonces no se había detenido. Tampoco necesitaba conocer el motivo. A fin de cuentas, no sabía hacer nada más, ni atarse las agujetas. Se hizo amiga de un par de ratas. Las golosas aparecían en las noches y mordisqueaban la bufanda cuando se quedaba dormida. Hasta que en una ocasión las esperó con un ojo abierto y les agarró de la nuca a